Santiago Aebi nació el 13 de septiembre de 1924 en Barcelona. Su padre, Hans, se trasladó a España tras la Primera Guerra Mundial y se convirtió en jefe de Hispano-Suiza, una empresa con participación suiza que en ese momento era uno de los principales fabricantes de motores de aviación y automóviles de la época.
En Barcelona, Hans se casó con la española Mercedes Torres, con quien tuvo tres hijos, Xavier en 1920 y los gemelos Juan y Santiago el 13 de septiembre de 1924.
La familia Aebi regresó a Suiza a finales de 1930 en condiciones extremadamente difíciles. Ya a finales de los años veinte, la situación política en España, y especialmente en Barcelona, se había ido agravando. Las antiguas élites de los tiempos de la monarquía y la dictadura empezaron a rebelarse contra la entonces República de España bajo el liderazgo del General Franco, lo que finalmente desembocó en la Guerra Civil Española en 1936. La situación se agravó aún más por los ya fuertes movimientos independentistas del País Vasco y Cataluña. La familia Aebi logró escapar de una situación extremadamente precaria al regresar a Suiza justo a tiempo. Este evento marcó a Santiago toda su vida. Como catalán de nacimiento, Santiago se consideraba principalmente catalán, español en segundo lugar y en tercer lugar suizo.
Tras el regreso de la familia a Suiza, Santiago asistió a la escuela primaria en Burgdorf y luego a la secundaria en Wynigen. Realizó un aprendizaje como mecánico en la fábrica de maquinaria Aebi, después estudió ingeniería en la Escuela Técnica Superior de Burgdorf. Tras licenciarse, adquirió su primera experiencia profesional en una fábrica de maquinaria del este de Suiza y dos años más tarde regresó a Burgdorf.
Como ingeniero en la empresa familiar, pronto se hizo un nombre como auténtico especialista en cajas de transmisión. Contribuyó de forma significativa en el desarrollo del "eje trasero" del legendario transportador Aebi y del eje de la segadora a motor. Para información de los no iniciados, el transportador Aebi y, sobre todo, la segadora a motor Aebi fueron grandes emblemas de la fábrica de maquinaria Aebi durante su fase de mayor producción.
La juventud de Santiago estuvo marcada por acontecimientos positivos y negativos. La época de la Segunda Guerra Mundial, cuando se introdujo el racionamiento de alimentos individuales, quedó especialmente en su memoria. Los paseos dominicales de toda la familia Aebi desde Burgdorf al Matte o al Brunnenhof de Alchenstorf formaban parte del ritual dominical. Este ritual no sólo servía como intercambio familiar, sino también para abastecerse de alimentos racionados. Por ejemplo, en la caminata de vuelta a Burgdorf, el padre Hans Aebi siempre llevaba su discreto maletín grande lleno de tres botellas de cristal de leche y huevos. La época más difícil para la familia Aebi fue 1944, cuando Xavier, hermano de Santiago, y Juan, su hermano gemelo, murieron con un mes de diferencia, a los 20 y 24 años respectivamente.
Hans Aebi, el padre de Santiago, que trabajó como jefe en la fábrica de maquinaria Aebi durante 30 años tras su regreso de Barcelona y al que los empleados de Aebi llamaban "Harri", falleció en 1960. Tras la muerte de su padre, Santiago cuidó con mucho esmero de su madre, con la que vivió en Höhenweg 12 en Burgdorf hasta su muerte en 1987.
También fueron importantes para Santiago los contactos con el Casal Catala de Berna, la comunidad catalana, que era un importante vínculo con sus orígenes catalanes, especialmente para su madre. Los momentos personales más destacados del año para Santiago eran sus vacaciones periódicas en España, que siempre esperaba con ilusión y preparaba muy meticulosamente. Dos o tres veces al año, pasaba varias semanas seguidas en su piso de vacaciones de Rosas, en Cataluña. Durante décadas, su pasatiempo favorito fue la radioafición con sus amigos radioaficionados. También le gustaba mucho el movimiento scout y en especial, los scouts de Burgdorf. Su afinidad por la tecnología acompañó a Santiago hasta su muerte. Los avances en telefonía móvil y ordenadores no supusieron un gran reto para él, y el uso de un teléfono móvil y un ordenador con "googleo" regular formaba parte natural de su vida. El cambio de la conducción normal a su coche monoplaza tampoco le supuso ningún problema. El pequeño vehículo le proporcionó la movilidad y la libertad que tanto amaba hasta poco antes de su muerte. Cuando perdió esta libertad tras una caída en casa y la consiguiente fractura del cuello del fémur, su salud se deterioró gradualmente, a pesar de que la operación había salido bien.
Basado en sus experiencias personales en numerosos viajes, especialmente a España, pero también a Sudamérica y Cuba, tomó la decisión de crear una fundación con su nombre, cuyo objetivo es apoyar proyectos medioambientales y sociales en países con el español como lengua materna. Por ello, en su testamento también estipuló que todos sus bienes, a excepción de un legado a los Boy Scouts, se destinaran a la Fundación Santiago Aebi.